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El mito de Ragnell y lo que más desean las mujeres

Las leyendas artúricas nos reconectan con un saber ancestral.  Tienen potencia de transformación y el mito siempre nos devuelve una comprensión mayor de nosotros mismos. Estamos hechos de relatos. Recuperarlos nos acompaña, nos alivia y le da soporte a nuestras búsquedas.



Cuenta la leyenda que una tarde, el rey Arturo se encontraba en el bosque, totalmente desarmado, cuando de pronto se apareció frente a él el Caballero Negro, que lo había estado buscando para vengarse por unas tierras que le habían sido arrebatadas.

El Caballero Negro estaba dispuesto a matarlo pero sabiendo que Arturo estaba desarmado y cumpliendo con los códigos de la época, le perdonó su muerte segura con la condición de que le diese la respuesta correcta a una pregunta que él necesitaba saber: «¿Qué es lo que más desea una mujer?». El caballero Negro le concedió a Arturo un año de tiempo para que él y sus caballeros encontraran esta resolución. Si no eran capaces de hallar la respuesta verdadera, él se reencontraría con Arturo en el bosque y le daría muerte cierta.

Honrando el pacto, el rey Arturo convocó a sus caballeros de la Mesa Redonda para que lo ayudaran en esta difícil búsqueda. Los caballeros iniciaron la travesía y fueron recolectando respuestas de todas las mujeres del Reino. Ginebra, Morgana, Igraine y el resto de las cortesanas y doncellas fueron respondiendo: “Poder”, “Amor”, “Riqueza”, “Honor”, “Reconocimiento”, “Sabiduría”, “Placer”, “Paz”…

El tiempo de reencontrarse con el Caballero Negro se acercaba y ellos tenían infinitas posibilidades. ¿Cuál sería, entonces, la correcta? ¿Todas? Había que seguir buscando una respuesta que llegará al verdadero deseo de la Mujer. Un hechicero le dijo entonces a Arturo que la única persona que podría tener la respuesta correcta era Ragnell, una bruja que vivía en el bosque y que había sido condenada a la soledad y expulsada por monstruosa.

Más allá del amor, la trascendencia, la búsqueda espiritual, el éxito y cualquier deseo individual,
lo que las mujeres queremos es decidir sobre nuestro propio cuerpo y sobre nuestro propio destino.

Una escultura en homenaje al rey Arturo en Cornwall, Inglaterra.

 

Sir Gawain, uno de los más nobles caballeros, se ofreció a ir en su búsqueda. Cuando la vio, se quedó pasmado por su aspecto y se paralizó por el terror. Ragnell dio entonces el primer paso y le dijo que sabía a qué había ido, pero que sólo le daría la respuesta para salvar a su rey si él accedía a casarse con ella y a tratarla como a una dama de Camelot, como una igual. Gawain aceptó.
Al llegar la noche de bodas en la que había que consumar el matrimonio, la mujer monstruosa se reveló ante él como una dama luminosa y de una gran belleza. Ragnell le dijo a su esposo que al haberse casado con él, había roto el hechizo y que por 12 horas al día ella podía tomar esa forma siempre y cuando fuera Gawain el que decidiera en qué momento ella iba a tener forma de monstruo y en cuál sería esta maravillosa mujer que se estaba presentando frente a él.

 

Se condena a todos los distintos y a cualquier persona
que se reconozca libre y con potestad para decidir sobre sí mismo.

 

Si ella tomaba su aspecto luminoso de día, él podría caminar con ella frente a todos, pero a la noche debería dormir junto a ella en su otra forma. Si Ragnell tomaba su forma luminosa a la noche solo para estar con él, tendría que convivir durante el día con el aspecto monstruoso de la mujer. Entonces, apelando a una sabiduría mayor, Sir Gawain le respondió que esa decisión la iba a afectar mucho más a ella que a él y que quien debía tomarla era ella.


 

 


Esa es la respuesta correcta! “Lo que las mujeres deseamos es ser dueñas de nosotras mismas y que ninguna forma nos defina”

El rey Arturo, entonces, quedó liberado del enfrentamiento con el Caballero Negro y su muerte segura, pero esta misma respuesta también liberó a Ragnell por completo de su forma de monstruo. Su hermanastro, que era justamente este Caballero de negra armadura la había maldecido por años logrando que por sus palabras ella se convirtiera en “eso” con quien Gawain se había encontrado en el bosque.

El constante desprecio de su hermano a su libertad de espíritu y a saberse dueña de su destino había logrado que lo que ella era en verdad la convirtiera en un ser oscuro, deforme y generador de terror a quien se le acercara. Por años, le había dicho que jamás encontraría a quien la amara siendo ella misma, sabiéndose suficiente para decidir sobre su propio destino.

El misterio y la complejidad deben ser parte de nuestra identidad.

Le había hecho creer que a las mujeres como ella, los demás las ven como algo despreciable y horrible y en eso, ella se había dejado convertir. Pero en su interior, Ragnell siempre supo que su libertad, su seguridad y condición salvaje, eran lo que conformaba su identidad y que entonces, un día, aparecería alguien que la aceptara como un igual y la respetara más allá de la forma.

Más allá del amor, la trascendencia, la búsqueda espiritual, el éxito y cualquier deseo individual, lo que las mujeres queremos es decidir sobre nuestro propio cuerpo y sobre nuestro propio destino. Elegir nuestra forma, honrar el espíritu indómito que nos constituye y que el misterio y la complejidad sean parte de nuestra identidad.

En todas las épocas, esto ha resultado amenazante para muchos. Nos convierten en monstruos y nos destierran al bosque. Pero si ampliamos la mirada, nos damos cuenta de que esto no sólo es una cuestión de género.

Se condena a todos los distintos y a cualquier persona que se reconozca libre y con potestad para decidir sobre sí mismo. Lo diferente siempre es sospechoso. Da miedo. La libertad que nos constituye enfrenta al otro a sus propias cadenas.

Es tiempo de reconectar con nuestra verdad y sacarnos el peso de las palabras de aquellos que osaron decirnos quienes éramos, qué podíamos y qué no. Esas palabras a veces moldean nuestra forma, nos aplastan, nos fuerzan a encajar y convierten nuestros dones en defectos. De eso se trata la “maldición” y de eso también nos podemos liberar. Lo luminoso está en cada una latente para ser asumido y expandido.

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