Los baños de sonido, una nueva forma de descansar y de recuperar bienestar.
Muchas personas conocen sus beneficios a la hora de para descansar la mente y regular emociones. Por Natalia Carcavallo
“En los últimos años, había probado de todo para recuperar mi bienestar. Muchas herramientas me ayudaron, pero aún no podía desacelerar el ritmo de mi vida. El agotamiento era permanente. Con mucho prejuicio y minimizando la experiencia fui a tomar un baño de sonido. Al finalizar el encuentro no lo podía creer. Sentía que me habían absorbido todo el cansancio mental”, me cuenta Belén Ortega, una reconocida periodista de tendencia y belleza cuyas búsquedas personales la llevaron a convertirse en una de las más destacadas facilitadoras de baños de sonido.
En el último tiempo, cada vez más personas destinan un tiempo en sus agendas para ir a vivir esta experiencia reparadora. Los baños de sonido promueven un reseteo de la mente, ayudan a recuperar el bienestar emocional y nuestro equilibrio.
“A muchos también les permite dormir mejor, tener más creatividad y disminuir su ansiedad. Los efectos pueden ser muy diferentes en cada persona, dependiendo de su estado. No hay nada mágico. La calma y claridad se expanden con el trabajo diario, con la observación de nuestra respiración y con la conexión con los sonidos internos y externos”, resume Belén, quien a lo largo fue protagonista y testigo de estos beneficios.
“A través de las distintas frecuencias del sonido, las ondas cerebrales se ralentizan.
Se altera del estado de vigilia normal que solemos tener (beta) al estado relajado (alfa) y más profundamente al estado de ensueño (theta). Dicho de otra manera, cuando estamos en la vida cotidiana, por lo general trabajamos, hablamos y estudiamos usando las ondas beta. Dependiendo nuestro nivel de estrés tienen diferentes velocidades. Durante un baño de sonido, solemos entrar a estados alfa y tal vez llegamos a lograr que nuestras ondas sean aún más lentas, así logramos llegar a Zeta que es cuando estamos en estado de homeostasis, una especie de sueño liviano”, explica la especialista, quien también estudia los efectos del sonido y los últimos descubrimientos neurocientíficos.
En paralelo, sigue viajando para profundizar sus saberes junto con sacerdotes mayas.
Los baños de sonido promueven un reseteo de la mente, ayudan a recuperar el bienestar emocional y nuestro equilibrio.
“A lo largo de estos años tuve la posibilidad de realizar varias capacitaciones con instructores mayas que me enseñaron algunas cosas y que crearon muchos de mis instrumentos especialmente. Cada baño de sonido tiene una frecuencia diferente de acuerdo al instrumento que se utilice. Algunos de ellos impactan de la misma forma en que lo hacen los mantras y los cantos gregorianos. En Argentina es habitual encontrar grupos que se juntan alrededor de los cuencos de cuarzo y el gong. Yo quería sumar a estas experiencias los instrumentos ancestrales y otro tipo de tambores porque cuando el cerebro se acostumbra a ciertos sonidos, el cambio de instrumentos, ayuda a que algunos pensamientos y estados se diluyan”, explica Belén Ortega, que ofrecerá un nuevo encuentro el próximo viernes 16 de agosto en Palermo
“Estamos viviendo una realidad que nos agota a todos. A mí también me pasaba esto, por eso decidí enfocar mis encuentros a las personas a quienes les cuesta relajarse. Me sorprende que cada vez llegan más parejas y hombres. Yo quiero mantener los espacios así, posibles y reales, sin misticismo, para que cualquier persona pueda dejarse permear por un baño de sonido”, cuenta Belén, que además genera estos eventos en empresas, en hoteles y en otros espacios a los que es convocada para crear un momento de bienestar, aunque los sonidos, de seguro nos producen algo mucho más allá de esta primera sensación de reset y descanso.
Baños de sonido sin gurúes ni mandatos: cada cual vive su propia experiencia
“Yo no creo en adorar a ningún gurú. Cada uno de nosotros puede encontrar la propia maestría dentro de sí mismo. Tampoco creo que el bienestar deba asociarse a gente vestida de blanco, repitiendo mantras y tomando diez jugos verdes por día. Prefiero las experiencias simples, en donde las personas encuentren cómo recuperar el bienestar a su propia forma, comprendiendo sus necesidades, sus ritmos y respetando su singularidad. Quiero mantener las cosas simples y reales. Las búsquedas y los espacios deben estar en coherencia con quienes somos y en cómo es nuestra vida, porque si no también nos estaremos traicionando a nosotros mismos intentando sentirnos mejor”, explica Belén.
Hace un tiempo, fui a tomar un baño de sonido y la experiencia fue ofrecida con mucho respeto y amorosidad. Me sorprendió la naturalidad con que todos dejaban su calzado y así, con su ropa de todo el día y sin ninguna pose espiritual ni conversaciones cerca de los bordes, entraban al lugar. Belén nos esperaba allí rodeada de más de 50 instrumentos y los hacía sonar sutilmente mientras nos acomodábamos. Me fui en paz y “reorganizada”. El baño de sonido me alivió algunas cargas y me ayudó a recobrar un orden interno.
Los beneficios de los baños de sonido son muchos y variados. La ciencia también confirma de qué forma pueden aumentar el enfoque, la claridad y la toma de decisiones. Por su propia experiencia y búsqueda, Belén sabe que para la mayoría de las personas que acuden con frecuencia son un descanso y una reconexión, pero cada uno luego necesita hacerse responsable de sostener esos estados.
Belén Ortega insiste con amorosidad: “Es necesario empezar a comprender que una gran parte de nuestro cansancio físico es consecuencia del cansancio mental. El baño nos puede ayudar, pero luego necesitamos aprender a observar los sonidos internos, la conversación que tenemos con nosotros mismos, las palabras con las que nos hablamos. Escuchar nuestros sonidos, es fundamental. Posibilitar el silencio interno y la respiración consciente nos ayuda a sostener ese bienestar que logramos cuando compartimos un encuentro”.
Cuando los baños de sonido se practican regularmente, también se facilita la escucha propia. El registro de nuestros sonidos internos y de lo que nos sucede cuando logramos silenciarnos, fortalece nuestro autoconocimiento y la capacidad para discernir. Podemos hablar mucho de frecuencias y el impacto en nuestras emociones y pensamientos, pero también puede ser mucho más simple. Con solo detenernos a escuchar el sonido de nuestra respiración estamos creando un baño de sonido propio que puede aportar mucho a una mejor forma de vivir este tiempo”.
Que así sea.
Natalia Carcavallo
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