El tanatólogo Javier Lamagrande explica cómo procesar la muerte, entender las etapas del duelo y ayuda a entender cómo despedir a un ser querido sin los típicos rituales del adiós.
¿Como procesar las etapas del Duelo y despedir a un ser querido sin poder decir adiós?
Desde que el Covid-19 irrumpió en la sociedad, la mayoría de los hábitos se vieron modificados. A lo largo de estos 60 días se aplicaron distintas fases de administración de la cuarentena. La primera fue un aislamiento social obligatorio estricto, luego uno administrativo, posteriormente la segmentación geográfica y hoy nos encontramos en la 4ª etapa: la reapertura progresiva.
Todos estos períodos en mayor o menor medida fueron aceptados, pero la sociedad se muestra reticente a enfrentar en aislamiento un duelo.
Afrontar la muerte de un familiar o un amigo nunca es algo sencillo, sin embargo,
siempre se busca entre los allegados ese abrazo, esa palabra, ese recuerdo de quien falleció
para tenerlo presente el mayor tiempo posible,
pero esta situación alteró hasta la forma de despedirse.
Una despedida más íntima
¿Cómo velar a los muertos sin velorios? se preguntan los familiares.
Esta pandemia se llevó incluso hasta los rituales del último adiós.
Javier Lamagrande, profesor y tanatólogo, habla de que la muerte en época de pandemia nos ha traído otro tipo de despedida, más íntima, con un contacto real con aquellas personas que están siempre en este tipo de acontecimientos: “La manera de despedirnos se ha modificado, pero debemos hacerlo. Hay que expresarse, hay que hacer lo que uno sienta”.
El profesional asegura que una de las maneras de expresarnos puede ser a través de las redes sociales o por medio de una carta “podemos usar las redes, subir una foto y compartir un recuerdo. También podemos desahogarnos escribiendo una carta para largar todas las sensaciones y emociones anotando todo lo que no le pudimos decir” .
“La muerte es para todos, incluso para los que consideramos inmortales”, grafica Lamagrande poniendo como ejemplo la película Los vengadores. Sin embargo, es un trago amargo que cuesta digerir.
Duelo: Sin ritos ni abrazos
Con su duelo en las redes, Mónica expresa lo que fue el fallecimiento de alguien muy querida para ella: “El domingo a las 16 horas murió mi sobrino nieto. Era muy pequeño, iba a cumplir 3 años. Su muerte repentina e inesperada nos dejó destrozados como familia. Lo de sus padres es inimaginable”.
“Comparto esto por dos razones vinculadas con el coronavirus, que él no tenía. Lo que pasó fue más grave. Simplemente por los protocolos que nos limitaron. La primera es que lo tuvimos que llorar en el playón del hospital Notti mientras esperábamos el certificado de defunción. No hubo ritos funerarios, ni los cientos de abrazos que se necesitan en estos momentos. Lo segundo es que antes, viajó solito en una ambulancia. En estas épocas es mucho más triste y solitario. Lo digo por los que se quejan de no poder salir a caminar o hacer el cumple del nene”, cuenta conmovida.
Adiós en el Face
Eli perdió a su gran amigo durante esta pandemia y relata lo difícil que es el proceso y lo larga que es la espera de tener a alguien internado: “Día tras día esperar el parte médico que daban por teléfono a las 12 en punto. Luego, 24 horas de angustia, ánimos telefónicos, oraciones, y el próximo parte. Así, 31 días. Hasta que un día te dan la noticia: dejó de latir su corazón”
Finalmente llega la despedida que en esta ocasión no es presencial.
Eli cuenta cómo pudo despedirse de su amigo: “Puse su foto en mi Face. Sólo por 7 días, como para que no crea que me olvido de él. A mi edad ya me he despedido de seres muy amados: mamá, papá, un par de amigos. Pero al menos pude estar allí. Saber que ya se fueron y dejarlos en el cementerio o desparramar sus cenizas. Nadie debería pasar por esto. Nadie. No por el muerto, sino por los vivos”.
Una montaña rusa
Javier Lamagrande es tanatólogo desde hace 37 años. Asegura que la pandemia del Covid “centró a todos en la muerte, aunque de la muerte no se habla. Pero eso hay que revertirlo, es necesario poder trabajarla, desdramatizarla y pasar a decir que no nos gusta, que no es algo que queremos, pero que no estamos exentos. Todos podemos llegar a morir”.
“El duelo es como una montaña rusa, subo, bajo, me caigo.
Javier Lamagrande
Los duelos dependen también de la edad, del sexo,
de la relación que teníamos con el difunto y de las experiencias vividas”,
Las etapas del duelo, según el especialista, son:
- Negación: “Esto no está pasando”.
- Enojo: “Me enojo con el Covid, con la pandemia, con Dios. ¿Por qué se lo llevaron?”.
- Culpa: “Si hubiera o hubiese hecho tal cosa”.
- Destrozo interior: “Me quedo en la cama llorando”.
- Dolor de las primeras veces: “La primera semana, el primer mes, el primer cumpleaños, la primera navidad, etcétera”.
- Dolor fecundo: “Dolor porque la partida me duele; fecundo porque quiero hacer cosas, las que quedaron pendiente con esa persona. Me seco los ojos y soy resiliente, me pongo nuevamente a caminar”
El duelo y los niños
Frente a los procesos de muerte en general, a la mayoría de las personas no les gusta hablar del tema, pero el tanatólogo advierte que “el Covid ha sentado a la muerte a la mesa de todos y los chicos ya saben que hay una situación rara. Los chicos ven televisión, escuchan hablar de muertos y ven imágenes”.
¿Cómo podemos hablar de la muerte con nuestros niños? Desde la literatura y pedagogía se puede tomar un escrito titulado El otoño de Feddy la hoja. Los especialistas manifiestan que la explicación de este tema se basa en la Pedagogía de la finitud, es decir que estamos marcando con algo de la naturaleza el proceso de la vida.
“Es muy importante no mentirles a los niños, y tener una unidad del discurso.
Javier Lamagrande
Hay que decir que esa persona no está y no estará más, que lo queremos y lo llevamos en el corazón
y lógicamente hay que respetar las creencias de la familia y lo que los niños puedan llegar a comprender”,
El punto final a una pérdida
Cada persona posee diferentes tiempos a la hora de superar una perdida. Javier da algunas actividades que se pueden hacer para generar un cierre de ciclo: “Primero, debemos entender que es válido llorar, tirarse a la cama, enojarse. Es válida la expresión de los sentimientos. No por no llorar junto al féretro del ser querido no quiere decir que se tenga que invalidar esa posibilidad de la expresión de la emoción. La expresión de los sentimientos está bien a modo de cierre”.
Y agrega: “También ponemos utilizar una técnica narrativa, para poder poner en palabras lo que siento y hacer una explosión emocional sobre la hoja. Y poder poner todo lo que sentíamos por esa persona. Luego, con esa carta uno puede determinar que hacer: si necesita guardarla o, en algunos casos, se recomienda que eso en una forma de elevación sea enterrado, quemado, o si no podemos lanzar un globo de helio y que se eleve”.
Además de esas técnicas, el profesor detalla que, si es una pérdida muy personal se puede recrear esa comida que compartían juntos y hacerla nuevamente en su nombre.
La muerte igualadora
Con total soltura y seguridad, Javier concluye en que “la muerte es una parte más de la vida. El comienzo de la vida es la gestación, el final de ella es la muerte, desde el plano biológico. Si vivo una vida sintiéndome satisfecho de lo hecho voy a tener algo que se llama la muerte en la paz de los justos. Me estoy yendo, pero no me quedan pendientes. Viví plenamente”.
La muerte igualadora no es sólo un tópico literario. En épocas de pandemia independientemente de la condición social o económica, todos deben llorar o despedir a sus seres queridos alejados de los rituales acostumbrados.
Fuente: www.mdzol.com
Nota de NIMSI FRANCISCANGELI