Demanda continua, expectativas inalcanzables, exigencias incesantes. Esta es la fórmula del burn out. ¿Cómo aliviar este estado que cada día nos afecta más?
Por Natalia Carcavallo
“Día a día vamos cerrando el círculo de actividades que nos gratifican, que nos dan placer y que recargan nuestra energía vital. Empezamos a considerar todo aquello que nos hace bien como planes opcionales porque tenemos que dedicarnos a “lo importante” y a “lo urgente” que en general es todo lo referido al trabajo y a las obligaciones.
Sin darnos cuenta nos vamos sintiendo cada vez más cansados e infelices y es así como se va formando en nosotros un embudo de agotamiento que se vuelve más estrecho cada vez que restringimos aquellas cosas que nos gustan” explica Marina Lisenberg que además de ser una reconocida psicóloga fue una pionera en el trabajo con Mindfulness en Argentina.
Hace unas semanas leí un posteo en sus redes sobre el “embudo de agotamiento”, el “burn out”y “la fatiga empática” que me ayudó a comprender muchas situaciones que observo en los entornos y en mi propia vida. Con gran generosidad, Marina, me explicó que cada vez somos más los que experimentamos este embudo y a causa de esta autorestricción y de la permanente postergación de aquello que nos da alegría y vitalidad, empezamos a tener problemas de sueño, a sentirnos cansados y a estar irritables todo el tiempo. Progresivamente, nos volvemos cada vez más tristes y desesperados.
Como muchos de nosotros, en ocasiones regreso a mi casa y con alivio digo “¡cumplí con todo”. Enseguida, una voz interna me dice: “¡Muy bien! ¿Y con vos misma?”.
De ese pensamiento nace una gran sensación de fracaso y postergación. Nos alejamos no solo del disfrute sino también de la conexión con nuestras necesidades.
¿De qué forma necesitamos vincularnos o tratarnos de una manera más sana? Le pregunté a Marina.
Recuperar el equilibrio entre el deber y el placer
“Es fundamental empezar a buscar un equilibrio entre aquello que nos resultan agotador y lo que nos nutre. Necesitamos volver a incluir en nuestras agendas, actividades que nos den placer, a recuperar el verdadero sentido del ocio y cualquier experiencia que luego de hacerla nos haga sentir más calmos, más centrados, con mayor vitalidad. Por supuesto que no siempre nos resulta posible dejar todo lo que nos estresa y drena nuestra energía, pero si podemos planificar un cambio pensando en plazos.
Hay muchas cosas que podemos modificar ahora mismo y otras en dos o tres años.
En él mientras tanto, también es posible realizar las tareas que nos cansan cambiando la actitud, practicando atención plena, y siendo más conscientes de los juicios que tenemos. Practicar la atención plena nuestras actividades obligadas, ya va a ayudarnos a modificar nuestros estados subjetivos.
La práctica de estar presentes nos ayudará a darnos cuenta de qué forma se relacionan esas cosas que tenemos que hacer con nuestros estados anímicos.
Por ejemplo, empezar a tomar conciencia de cuando un pensamiento es solo un pensamiento y no es la realidad, va facilitando nuestra cotidianidad y nos ayuda a no perder la alegría de manera inmediata”, explica la Licenciada Lisenberg que además es fundadora del Attentia.
Burn out: ¡Estoy quemado!
En estos tiempos, no solo se ha vuelto natural percibirnos agotados, irritados y tristes.
La jerga se impone y es normal escuchar una conversación donde una persona dice sin culpa ni vergüenza la famosa frase: “Estoy quemado”.
Marina sabe mucho de este síndrome. “Demanda continua, expectativa inalcanzable, exigencias incesantes. Esta es la fórmula para el burn out”, afirma. “
En los talleres, en las consultas y en las capacitaciones suelo escuchar a muchas personas decir que ya no se reconocen a sí mismos, que no saben quiénes son, ni sienten que están disfrutando su vida ni conectando con las cosas. Este es uno de los indicadores del burn out, la despersonalización. Las demandas son tan grandes que todo se vuelve caótico.
Las personas quemadas muchas veces también tienen una desregulación importantísima en la forma de comer y muchos problemas para conciliar el sueño, están irritables y sufren una sobrecarga mental indescriptible.
Me ocupo de todo menos de mí misma
“El sentir más común es que se tienen que ocupar de todo menos de sí mismos, entonces con el tiempo pierden la capacidad de habitar un tiempo gratificante con la pareja, con los amigos o con la familia más extendida.
Así se van pasando los días y la sensación se incrementa. No pueden ir al baño tranquilos, comen parados, no pueden elegir cómo se van a vestir. Esto se incrementa en las personas que no tienen red familiar y especialmente cuando el dinero no alcanza para poder tercerizar los cuidados de los hijos, por ejemplo. En los hombres generalmente se expresa en la desconexión. Para las mujeres, en agotamiento emocional”.
A toda esta descripción, Marina le agrega un concepto más:
“Sumemos a esto la presión de las redes sociales y los consejos sobre cómo debemos vivir y que deberíamos hacer para ser felices. Hay influencers dando tips y fórmulas de manera permanente. Cuando sentimos que no podemos implementarlos, nos gana la sensación de no logro, el cansancio, de mucho esfuerzo y la distancia con todo eso que promete otorgar sentido a nuestra vida cotidiana se acrecienta”.
En octubre, ella dará uno de sus talleres más concurridos que por supuesto está abierto a toda la comunidad, se llama “¡No perdamos la cabeza cuando más la necesitamos!”
Luchar, huir o paralizarnos
Desde hace bastante tiempo la gran mayoría de nosotros estamos viviendo de forma muy exigida y muchas personas se sienten amenazados todo el tiempo. En ocasiones esas amenazas son reales y en otras son solo proyecciones de futuros posibles que tal vez nunca sucedan.
Sin embargo, sin importar si son concretas o imaginadas, se sienten en el cuerpo.
“El cuerpo responde fisiológicamente al estrés como cuando podíamos ser comidos por los leones.
Ante un peligro y para sobrevivir, reaccionamos de tres formas: luchamos, huimos o nos paralizamos.
Por supuesto que ahora ya no nos persiguen leones.
Necesitamos preguntarnos
¿Cuáles son nuestros leones actualmente?
La incertidumbre en el futuro, la impermanencia, este mundo que se percibe como quebradizo y no lineal, y así se nos vuelve incomprensible”.
No podemos cambiar los estresores, pero sí nuestra forma de lidiar con ellos
“Los estresores son crónicos. No los podemos cambiar, pero sí podemos aprender a lidiar con el estrés y sus efectos en nuestro cuerpo: depresión, ansiedad, dolor, rabia y esta sensación de agotamiento permanente. Además, nos preocupamos porque pareciera que no estamos haciendo lo suficiente y entonces el combo es abrumador. Es necesario recuperar la conexión con nuestro cuerpo y escucharlo. No podemos cambiar la circunstancia interna o externas, pero si la forma en que nos vamos a relacionar con ellas”, afirma Marina.
La aversión a las sensaciones incómodas
“Una de las cosas más desafiantes para nosotros y quizás uno de los principales obstáculos para escuchar a nuestro cuerpo tiene que ver con la aversión que tenemos a las sensaciones incómodas.
No estamos acostumbrados, ni sabemos cómo relacionarnos con el malestar que es inherente a nuestra condición de vida.
Todos los seres humanos, simplemente por estar vivos, necesitamos aprender a relacionarnos con el dolor, con el estrés y con la enfermedad de una forma más consciente. Necesitamos aprender a abrazar con esa conciencia nuestras necesidades físicas y emocionales.
También es importantísimo que aprendamos a hablar y a comunicar como nos sentimos, que nos animemos a compartirlo para poder procesar y superar estas situaciones”, aconseja Marina.
¿Cómo podemos proteger nuestro bienestar?: cuidémonos entre todos
“Hay muchas cosas que podemos hacer y están más que comprobadas. Lo importante es que le podamos dar el lugar de importancia que merecen en nuestra vida. La interacción con nuestras amistades es fundamental. Pertenecer a cualquier tipo de grupos y de redes humanas nos da contención y nos permite desahogarnos y por momentos abstraernos de las cuestiones que nos abruman.
Por supuesto, nos protege también todo aquello que nos gratifica.
Practicar un deporte, un hobby, el contacto con la naturaleza son experiencias que nos ayudan a restaurar nuestra energía. Hacernos un tiempo para todo eso es altamente saludable.
Es fundamental decir que muchas veces necesitamos asistencia, acompañamiento profesional para incrementar nuestra cajita de herramientas y para hacer un proceso escoltado que nos ayude a practicar cómo salvaguardar nuestro propio bienestar subjetivo”, explica la licenciada que además es autora de dos libros enfocados en Mindfulness para adolescentes y para niños.
El autocuidado es valioso, pero no es suficiente. Marina introduce también un concepto que me parece fundamental: “El Autocuidado es importante. Sin embargo, quisiera ser hacer enfática en que no es suficiente. Necesitamos ejercer el cuidado mutuo, cuidarnos entre todos es clave.
Habitemos relaciones donde nos preocupamos y ocupamos mutuamente y en las que nos afectemos a favor de nuestro bienestar.
Podemos facilitar el deshago del otro sin juzgar y estar presentes para que el ciclo de descarga de esa tensión no quede reprimido. Yo para vos y vos para mí. El apoyo entre todos es la forma más efectiva de salir del desgaste, nos fortalece y nos sana. El mundo necesita que todos seamos más amables con los demás y con nosotros mismos”.
Que así sea.
Natalia Carcavallo
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Imagen de Gerd Altmann en Pixabay