EL TRABAJO COMIENZA EN CASA
A consultarme llegan generalmente madres con hijos teniendo problemas en el colegio. La escuela está siendo un lugar en donde los docentes se enfrentan a una nueva generación de niños, con sistemas educativos obsoletos, inexperiencia, desconocimiento, falta de recursos y podemos enumerar muchos factores en contra.
Ante tal situación los docentes piden a los padres una solución para la permanencia del pequeño en sus aulas.Algunas de estas soluciones como las terapias psicológicas, la ingesta de medicamentos o las terapias alternativas intentan hacer del pequeño índigo un niño «normal».
Es un hecho que los sistemas educativos en este momento no son los más idóneos, además existen dos inconvenientes más para poder brindarle al niño una escuela adecuada. Las escuelas con técnicas alternativas de aprendizaje son escasas y las colegiaturas son altas muy por encima de lo que una persona de clase media y ya no digamos baja, puede pagar.
¿Pero será realmente el colegio la causa de los conflictos? ¿O estos se originan en otro lado?
Además de madre, soy terapeuta y a través de mi propia experiencia como hija (índigo adulta), he observado cómo la dinámica familiar contribuye al desequilibrio emocional del pequeño mismo, que se extiende a otros ámbitos.
Un niño con padres intolerantes gritándole y gritándose todo el tiempo, tendrá problemas de falta de atención pues pretende cerrar su mente ante estas situaciones desagradables de su entorno.
Si agregamos a este ambiente el maltrato físico llámese bofetada o golpiza, el niño liberará la frustración y la rabia con otros: hermanos, amigos o compañeros de colegio.
En el entorno de un niño hiperactivo no hay tiempo para él, sus padres siempre están corriendo; la paciencia para detenerse a preguntar por sus necesidades no existe.
Relatare mi propia experiencia para ejemplificar lo anterior. Llegue al mundo en una familia con un padre militar estricto y autoritario, una madre sumisa obedeciendo órdenes, pero ella también tenía a sus subalternos, en este caso mis hermanos y yo. Nos aplicaba castigos verbales o físicos si no seguíamos sus instrucciones. En este ambiente comencé el jardín de niños me divertía el trabajo, pero no soportaba los gritos de la maestra pues era muy poco tolerante para instruir párvulos, yo soñaba con la maestra de otro grupo, dulce y sonriente.
Aquí comenzaron los problemas de falta de atención, pues cuando la maestra enseñaba algo poco divertido o regañaba yo pensaba en otras cosas para evadirme, esto lo hacía muy bien pues lo practiba casi a diario en casa.
Al llegar a la escuela primaria mi madre comenzó a recibir reportes, pues yo platicaba mucho en clase se intento cambiarme de compañero de banca sin tener éxito, por ahí alguna maestra lo atribuyo a mi ritmo de aprendizaje al parecer más rápido de lo normal.
Un incidente doloroso, fue cuando en 4° grado se nos pidió leyéramos algo sobre gramática al terminar contestaríamos el cuestionario al final de la lección, la materia no era de mis preferidas, por lo que busque las respuestas ayudada por mi intuición sin leer todo, como es de suponerse termine el trabajo en muy poco tiempo, lo entregue a la maestra y para mi sorpresa ella afirmo que yo debí tener las respuestas con anterioridad, seguramente las había resuelto en mi casa. Me negué rotundamente esto produjo su enojo; quien además de acusarme de mentirosa y de querer sorprenderla, me exhibió delante de mis compañeros dejándome parada viendo a la pared hasta después del recreo.
Con el tiempo aprendí a postergar las cosas, el mensaje «ser el primero genera problemas» me quedo bien grabado. Siempre pensé en lo ridículo de escribir muchas veces las frases para aprenderlas. Para entonces descubrí que podía ver la televisión o escuchar música haciendo la tarea menos tediosa.
En mi trayectoria académica pasaron muchos maestros, unos, con los cuales me aburría como ostra y otros como el de Bioquímica, quien no dejaba tomar notas en su clase pero impartía su cátedra contándonos como las rutas metabólicas (nada sencillas) mantenían vivo nuestro organismo y cada tema lo reforzaba con un caso de la vida real, para mi deleite. Termine una carrera de formación netamente científica, haciendo uso de mi intuición la mayor parte del tiempo, algunas personas me preguntan como pude cursarla sin ser tan lógica. Buena pregunta.
Nunca fui la de mejores notas, pero logre sobresalir entre muchos. El maltrato hizo mella en mi carácter, en repetidas ocasiones al sentirme agredida respondía con tal rabia asustándome incluso de tal reacción. Estos sentimientos reprimidos llegaron a emerger en el trato con mi hija. me prometí una y otra vez no seguir los mismos patrones de mis padres. Sin embargo tuve que enfrentarme a una realidad dolorosa, había demasiados sentimientos negativos contenidos y cuando sentía la situación fuera de control comencé a pegarle a mi hija.
Mi forma de vida hasta hace poco tiempo era de muchos compromisos a la vez (hiperactividad), llegué a tener tres trabajos a la vez, dar terapia, tomar un curso además de ser esposa y madre. Esto significaba para mi una forma de escapar de mis fantasmas, teniendo el día lleno de actividades no había espacio para los sentimientos negativos; o al menos eso creía pues en los momentos de crisis explotaban sin control.
Con esta dinámica familiar mi hija se volvió agresiva, dominante, hacia tremendas pataletas si no se salía con la suya. No tenía amigas, la rechazaban pues ella quería imponer su voluntad. Cuando las cosas llegaron a este extremo comenzaron los reportes en el colegio, la maestra se quejaba de no poder controlarla, no quería hacer los trabajos, platicaba demasiado en clase y no quería jugar con otros niños.
Esto fue el detonante que me hizo reflexionar en buscar una solución no para mi hija sino para mí misma. Debía sacar de una vez y para siempre la basura emocional almacenada en mi interior.
Secuencialmente estuve en terapia psicológica, meditación, Reiki, terapia de regresión a vidas pasadas, terapia floral, de estas tres últimas me hice terapeuta. El comportamiento de mi hija fue cambiando a la par del mío. Ella ahora no le gusta mucho hacer planas y planas, algunas veces se queja de la «regañona» de la maestra, pero con una madre mas comprensiva y tolerante encontramos formas de solucionar estos pequeños inconvenientes.
He expuesto lo anterior ha manera de reflexión pues como padres debemos entender la importancia de dar a nuestros hijos ambientes llenos de amor y comprensión. No significa ser permisivos. Se puede ser firme pero amoroso a la vez.
Debemos de voltear a ver el pasado, para ahí detectar la forma como fuimos tratados en nuestra niñez, Si nos encontramos ante una infancia llena de abandono, falta de amor, maltrato emocional y/o fisico, entonces aceptemos, que hay trabajo por hacer.
Este es el punto de partida para ayudar a nuestros hijos en todos los obstáculos que se resentaran en su camino. Se habla repetidamente de que los índigos vienen a cambiar a la sociedad, y si la base más importante de ella es la familia, es ahí donde comenzara su trabajo. Conozco varias familias de índigos donde las madres comenzaron el trabajo con ellas mismas y poco a poco se fueron involucrando los padres.El trabajo debe comenzar en casa y de ahí extenderse a otros ámbitos.
Las siguientes sugerencias pueden ayudar a nuestros hijos con el colegio.
1. Conviértase en una experta en el tema nuevos niños, le aseguro hay mucha gente sobre todo madres dispuestas a escuchar, entre más sean podrán hacer labor de convencimiento con los docentes.
2. Tenga mucha comunicación con la maestra del pequeño, pregúntele sobre la forma como el niño se comporta en clase. Recuerde que si esta teniendo problemas algo en la dinámica familiar esta fallando.
3. Lleve a la directora del colegio información sobre los nuevos niños hoy en día la puede encontrar fácilmente a través de Internet. ( En este libro hay referencias de páginas web.). Sobre todo aquella específica para docentes.
4. Platique con otras madres del colegio de su hijo reúnanse, intercambien experiencias, compren libros que después pueden intercambiar. Pueden salir excelentes ideas para proponerlas a la maestra.
5. Intente a través de Internet contactar con personas involucradas en el tema índigo, puede incluso encontrar gente con talleres muy económicos e incluso gratuitos, y luego póngalos en contacto con el colegio muchos docentes están dispuestos a escuchar nuevas alternativas.
6. Permita a su hijo ver la televisión o escuchar música mientras hace la tarea. Recuerde que tiene inteligencias múltiples, esto hará la labor menos tediosa.
7. El momento de hacer la tarea puede ser divertido si jugamos a la escuelita donde mamá es la maestra, y sus compañeros de clase son sus muñecos preferidos.
8. Cuando el pequeño no quiera hacer la tarea, platique sobre lo que ocurrirá si la hace o no y permítale asumir la responsabilidad de su elección.
9. Si el pequeño esta hiperactivo evite darle azúcar pues esto acelerara el metabolismo y tendrá mayor energía.
10. Cuando un niño sufre de falta de atención es fácil traerlo de vuelta tocándolo y mirándole a los ojos, aquí si están permitidos los dulces (cuando pensamos el cerebro consume una gran cantidad de glucosa por eso la temperatura corporal baja).
11. Si el niño comienza a tornarse agresivo envíelo a lavarse las manos si es posible, la cara también con esto descenderá la temperatura elevada, cuando nos invade la ira.
12. Como último recurso si tiene la posibilidad de cambiar a su hijo de colegio hágalo. Involucre al pequeño en la elección, se lo agradecerá enormemente.
He dejado el cambio de colegio como última opción pues aún esta medida en un ambiente familiar inadecuado de poco o nada servirá. Para terminar, no es casualidad el haber traído al mundo a un niño índigo ya en nosotras existía la suficiente energía para abrigar su vibración. Cada vez que su hijo enfrente problemas en cualquier ámbito recuerde su propia vibración índigo este consciente de ella o no.
Nota. En este artículo me refiero más a las madres pues en la mayoría de los casos son ellas las que tienen más contacto con los niños y son generalmente las buscadoras de ayuda.
Susana Jiménez Aldana
Nacionalidad Mexicana. Química Farmacéutica Bióloga
egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Asesora en la implantación de Sistemas de Calidad para laboratorios analíticos.
Impartió la materia de química analítica en la Universidad La Salle Cuidad de México
Trabajo en la industria farmacéutica en las áreas de control de calidad e investigación y desarrollo de nuevos productos.
Terapeuta alternativa en: Regresión a vidas pasadas, Reiki, Herbolaria, Flores de Bach y Australianas, masaje holistico.
Actualmente:Trabaja como Gerente de un Laboratorio en el ramo ambiental.
Colabora con Proyecto Índigo Cd. de México como terapeuta e investigadora de los efectos de los medicamentos empleados en el tratamiento de ADD/ADHD.
Contactos: [email protected]