Los superhéroes volvieron a estar de moda. Nos identificamos con Superman, Frodo, Cenicienta y el Hombre Araña. Estas historias nos hacen sentir emociones porque están basadas en el viaje del héroe. Ese viaje tiene 12 pasos y acá te los contamos. Por Natalia Carcavallo
Frodo: Ya no quiero seguir, Sam.
Sam: Lo sé, es un horror. Por nosotros, ni siquiera estaríamos aquí; aunque así es. Es igual que en los grandes cuentos, mi señor Frodo, los cuentos que eran importantes, estaban llenos de oscuridad y peligro, a veces uno no querría saber el fin, porque, ¿cómo podría ser un final feliz?, ¿cómo podría ser el mundo como antes cuando han pasado tantas cosas malas? Pero al final, las sombras sólo son, transitorias, aún la oscuridad debe terminar. Vendrá un nuevo día, cuando el sol brille iluminará hasta la claridad. Esos eran los cuentos que permanecían, que tenían significado, aunque fuera demasiado pequeño para entender por qué. Pero, mi señor Frodo, creo que sí lo entiendo, ahora lo sé, porque la gente en ellos tuvo ocasión de dar la vuelta y nunca lo hizo, siguió caminando porque tenía algo de lo cual aferrarse.
Frodo: Y nosotros, ¿a qué nos aferramos?
Sam: A que el bien aún existe, lo sé, mi señor Frodo, y tenemos que defenderlo.Frodo
Los superhéroes volvieron a estar de moda. Game of Thrones se convirtió en un éxito por años. Matrixnos abrió una nueva forma de pensar la realidad. Star Wars ha creado una especie de religión. El señor de los Anillos nos reencontró con el significado profundo de recorrer un camino, de pertenencia a un grupo y de cómo cargar con algo demasiado pesado nos puede modificar.
Vemos las películas una y otra vez. Nos identificamos con Superman, Batman, Elsa de Frozen, la Bestia, la Bella, Cenicienta y el Hombre Araña, porque “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Usamos sus frases en remeras, nos apropiamos de los símbolos, encontramos identificación en sus historias y en sus procesos de transformación.
Cada protagonista y cada héroe le habla a una parte de nosotros que está viviendo la misma historia. Cuando vamos al cine, nos sentimos a salvo. Sabemos que esas historias siempre terminan bien, que en el momento de la crisis mayor siempre surge algo que salva al protagonista, una situación límite se modifica, se revela una verdad y hay una toma de conciencia de un superpoder cuando aceptamos la propia capacidad de hacer algo heroíco con nuestra vida.
Por eso, las historias se convierten en inspiración. Nos hablan en un lenguaje que trasciende la razón a nuestras fibras más íntimas y recuperan esos mitos que nos constituyen como humanidad desde el principio de los tiempos. Somos historias, somos relatos y estamos todos viviendo nuestro camino del héroe.
Quien quiera profundizar en el concepto de los arquetipos y como estamos interpelados por ellos, pueden recurrir a Jung o a cualquiera de sus seguidores. Quien ame los mitos puede entretenerse en el cine, en la televisión, en el teatro o ir a profundizar a las infinitas historias escritas basadas en los dioses griegos y romanos, o en los de cualquier otra cultura con la que nos sintamos resonar en este momento.
¿Por qué estas historias nos hacen sentir tantas emociones? Porque están basadas en lo que Joseph Campbell describió como el viaje del héroe en un libro publicado a mitad del siglo pasado: “El héroe de las mil caras”. Su viaje del héroe describe un patrón común entre todas las historias en las que fuimos espectadores, lectores y audiencia y también en la que estamos viviendo ahora en nuestra propia vida.
Sus construcciones teóricas se usan ahora para dar talleres de autoconocimiento, de coaching y, por supuesto, de guión. Los arquetipos son experiencias compartidas por los seres humanos en todas las épocas y culturas que contienen una sabiduría común a toda la humanidad. En “El héroe de las mil caras”, Campbell detalla las 12 etapas de este viaje y se ha convertido en una guía para muchos, de autoconocimiento, de diagnóstico, de cierta certeza de cómo sigue nuestra historia, qué desafíos tenemos pendientes y, principalmente, sea lo que sea que estemos viviendo, termina bien.
1. Mundo ordinario. Esta es la etapa en la cual experimentamos la vida cotidiana sin más. Hacemos nuestra rutina, cumplimos y la vida sigue sin grandes tensiones ni desafíos.
2. Llamado a la aventura. Surge una pregunta, un deseo, una necesidad de cambiar algo producto del exceso de apatía, de una idea nueva, de un momento de crisis vital. ¿De esto se trata la vida? ¿Y si hay algo más?
3. Rechazo de la llamada. La incomodidad incomoda. La pulsión de ir a buscar lo nuevo o de reacomodar la vida tal como es conocida se enfrenta a la incertidumbre, al miedo, a las dudas y nos preguntamos si realmente vale la pena iniciar este camino.
4. Encuentro con el mentor. La necesidad de dar un paso se hace inevitable y comienza la búsqueda ¿Podemos hacerlo solos? ¿Qué saberes y nuevas herramientas necesitamos? Así aparecen los guías, los maestros, aquellos que saben y nos dan información, nos acompañan, nos alientan. Reconocemos que la ayuda es necesaria y la aceptamos.
5. Primer umbral. Con mucha valentía y fe, se logra dejar el mundo ordinario y se da un paso hacia lo desconocido. Para muchos, es atravesar el desierto en soledad, nadar a través de las grandes aguas sin saber cuán lejos está la otra orilla. Se trata de empezar a redescubrir quiénes somos mientras lo viejo queda atrás y lo nuevo aún no se manifestó.
6. Atravesando el umbral. Pruebas, aliados y enemigos. En el camino, encontramos desafíos, pruebas. Nos sometemos a altibajos emocionales. Surgen nuevos compañeros y los muchos viejos amigos se vuelven desconocidos. Hay duelos y aparecen nuevas hazañas que nos reacomodan la percepción de la vida.
7. Acercamiento. Con muchas pruebas ya superadas, se siente el alivio de las primeras conquistas. Hay nuevas creencias y valores. Uno empieza a hacerse cargo de su propio poder de crear lo nuevo. Es una toma de responsabilidad sobre el propio destino. Ahora, se es más consciente del camino iniciado, de que hay un propósito y de que no se puede volver al mundo conocido. Algo ha cambiado en nosotros para siempre. Esta etapa también es una preparación para la prueba final.
Todos estamos recorriendo un viaje del héroe personal.
8. La entrada a la Caverna. Es el momento de la gran prueba. Se siente como una situación de vida o muerte. La crisis central y la necesidad de enfrentar “al gran monstruo” se precipita y ahora hay que trascender los miedos más profundos con las nuevas herramientas, con los nuevos talentos que hayamos podido descubrir. Se contrastan en la vida las nuevas creencias ¿Soy en verdad capaz? ¿Tengo la valentía suficiente?
9. Recompensa. El héroe se ha enfrentado a la muerte y a sus mayores miedos. Su valentía tiene premio y el nuevo mundo empieza a acomodarse con una nueva coherencia. Hay alivio, esperanza y el descubrimiento de un sentido mayor, de un nuevo propósito. Uno se siente agradecido y ya, a salvo.
10. El camino de regreso. Ahora que nos hemos transformado ¿cómo volvemos a casa? ¿Habrá aceptación en nuestro entorno de nuestra nueva forma, de los nuevos intereses? ¿Habrá juicio? Muchos no quieren regresar. Volver es un desafío tan grande como lo fue el camino de ida hacia lo nuevo y se produce una lucha final contra lo externo o hacia dentro de nosotros mismos.
11. Resurrección o Iluminación. Necesitamos sortear la prueba decisiva con todas nuestras nuevas herramientas y poner a prueba si verdaderamente nos hemos transformado. Aparecen situaciones que debemos sortear de una forma diferente. Aquí se completa el proceso y nos sentimos renacidos para siempre.
12. Regreso con el elíxir. Es la etapa final donde hay una toma de conciencia completa de quiénes somos ahora, con qué y con quiénes contamos y qué queremos o debemos hacer con todo lo aprendido. El recorrido finaliza cuando sabemos que ahora, todo lo ganado tiene que ser compartido con otros y logramos ponernos al servicio de algo mayor. La necesidad de dar, de acompañar, de hacer algo diferente de nosotros mismos y de ponernos a disposición, completa el viaje y vuelve a iniciar tal vez uno nuevo con desafíos mayores.
Todos estamos recorriendo un viaje del héroe personal. En este proceso nos volvemos a redescubrir. Quién soy, qué puedo, con quién cuento, hacia dónde voy y cuál es el sentido de todo esto, empiezan a tener respuestas distintas a medida que pasamos cada etapa. El miedo, la incertidumbre y la soledad también se resignifican.
Hay partes del recorrido que son solitarias, desérticas, sin señales y sin poder ratificar si la dirección que elegimos es la correcta. En esos tiempos, también aparecen muchos otros que ya han hecho su propia aventura, que nos acompañan con su comprensión, que validan lo que estamos haciendo, que nos ayudan con herramientas o que están a nuestro lado en silencio. Son los que nos aman tal como somos y estemos como estemos. Los incondicionales, aquellos que nunca olvidaremos y con quienes siempre estaremos agradecidos porque sin su soporte y su guía, nada hubiese sido posible.
Disney, Marvel, DC, Spielberg, Tolkien J.K. Rowling entre tantos otros nos hacen saber a través de sus creaciones que la historia siempre termina bien. Es como lo dice el dueño del hotel Marigold: «Al final, todo acabará bien y si no acaba bien es que aún no es el final». Hay que seguir andando.