El 22 de diciembre se inician los ocho días de la celebración judía también conocida como la fiesta de las luminarias, y dentro de pocos días, llega la Nochebuena.
Por Natalia Carcavallo
«Brillar no es iluminar. Que lo divino se refleje en todos», Rabino Marcelo Polakoff.
Creamos en lo que creamos, estos días de diciembre están atravesados por algo mayor. Es un momento de apertura, de movilización espiritual, de reflexión profunda y de celebración. Una época especial para disfrutar de los rituales y compartir la inclusión y la solidaridad
Para los que honran los ciclos de la Naturaleza, estamos atravesando el solsticio de verano y este domingo también es, en nuestro hemisferio, el día más luminoso del año. Muchas personas realizan rituales especiales para recibir el cambio de “temporada”.
Algunos grupos cristianos festejaron ayer 21 de diciembre, una jornada en la que se cree que desciende espíritu de la Navidad. Los días por venir, los católicos se reunirán para compartir la Nochebuena y la Navidad.
Para los que conocen de astrología, el 26 de diciembre será otro día significativo. Con la luna nueva en Capricornio y eclipse anular de sol, se producirá el efecto de anillos de fuego. Desde la Argentina, solo lo podremos ver por alguna transmisión especial.
Januca y una propuesta diferente: «El pandulcetón”
En Córdoba, este domingo, la comunidad judía comenzará un nuevo rito. En Centro Unión Israelita, van a amasar cientos de panes dulces en una especie de “maratón”. Los destinatarios son las familias del comedor La Botellita que atraviesan situaciones de mucha vulnerabilidad.
Esta iniciativa está a cargo del rabino Marcelo Polakoff que, desde hace años, realiza acciones que aportan a la unidad, la integración y el pluralismo. Está convencido de que iniciar Januca amasando pan dulce para otros puede ser una acción pequeña desde lo real, pero importante desde lo simbólico. “Para celebrar de manera íntegra hace falta que mucha más gente pueda estar en condiciones de hacer lo mismo. Es un modo trascendente de atravesar las Fiestas. Ojalá que esta costumbre se ritualice y se contagie, porque cuando no festejamos solos, cada fiesta se torna una celebración, un instante donde lo divino se presenta cálido en el rostro del prójimo”, dice el rabino.
“La Iglesia Católica invita en numerosas ciudades y pueblos a una cena navideña a quienes están solos. He sido uno de los voluntarios en algunas de ellas aquí en Córdoba, y siempre fueron momentos de altísima emoción y relevancia para cada uno de los participantes”, cuenta Polakoff que además es integrante del Comipaz
Su convicción e intención de integrar a las personas de forma novedosa lleva muchos años. En el 2015, junto al Obispo Monseñor Pedro Torres, grabó esta canción que une el sentido de Januca y Navidad y ya lleva más de 1.200.000 visitas en Youtube hablando sobre el tiempo de Januca y Navidad.
En Navidad, los católicos celebran el milagro del nacimiento de Jesús y desde lo simbólico, muchos creyentes saben que es un tiempo propicio para que el amor renazca en los corazones de todos.
“Durante el tiempo de Januca, reeditamos en cada hogar un pequeño milagro. La celebración no recuerda en absoluto los acontecimientos ligados a la victoria militar, sino que rescata el símbolo milagroso de la luz que se volvió a encender en el candelabro del Templo de Jerusalem como testimonio de que lo que ilumina, aunque provisoriamente sea velado, al final prevalecerá”, explica Polakoff y reafirma que “los milagros se siguen dando”.
La imagen de que aquello que ilumina, a veces es velado pero que finalmente reaparece y prevalece, también podría asemejarse a la descripción del eclipse.
“El tema de la luz no es menor e involucra uno de los fantasmas más ancestrales de la humanidad. Al mismísimo Adán le agarró un pavor descomunal al ver que los días iban acortando sus horas de luz hasta casi desaparecer por completo. Por eso distintas culturas, en distintas geografías celebraban diversos rituales y ceremonias para implorar por el retorno de la ansiada luz solar. Los persas encendían enormes fogatas y soltaban pájaros que portaban hierbas secas; los romanos celebraban el 25 de diciembre como el cumpleaños del sol y comenzaban sus festejos ocho días antes, y los griegos acostumbraban a realizar en esta época el festival a Dionisio, el dios helénico de la manía (el éxtasis y la locura) y del vino, que además de ser hijo de Zeus, era mitad varón, mitad mujer y a la vez mitad hombre y mitad animal”, escribió hace un tiempo el rabino.
Polakoff también predica que “más allá de oscuridades y resplandores, sería auspicioso que cada quien ilumine un poco, desde el pluralismo que nos caracteriza como humanos, para que nadie vuelva a imponer sus creencias por la fuerza. Brillar no es iluminar. Que lo divino se refleje en todos”.
En la iglesia católica, en Nochebuena, muchos católicos cantarán al unísono: “Esta es la luz de Cristo, yo la haré brillar, brillará, brillará, sin cesar”.
Que así sea. Janucá Sameaj. Feliz Navidad.
Por Natalia Carcavallo
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