“A partir de san Martino [el día 11], el invierno viene de camino; si le dicen “¡detente!”,
llegará por san Clemente [el día 23]); y aunque llegue retrasado,
por san Andrés [el día 30] ya habrá llegado.”
Escribe José Luis Pascual que, coincidiendo con el ocaso matutino de las Pléyades (entre el 8 y el 14 de noviembre), los calendarios árabes y andalusíes recomendaban haber terminado la siembra de los cereales de invierno; griegos y los romanos cerraban los puertos del Mediterráneo a la navegación en previsión de los temporales de invierno. Señales ambas de que estamos en un punto meteorológico anual crítico y determinante.
Desde el punto de vista astrológico, el día 8 se cumplen 45 días del otoño (una semicuadratura o 1/8 del círculo), es el punto central del signo fijo de Escorpio y los astrólogos sabemos que aquellos ciclos cuyo inicio coincide con estas fechas, serán muy potentes y duraderos, de ahí las creencias de los pastores del pirineo y de los nómadas norteafricanos.
Las lluvias de noviembre son cruciales para el resto del ciclo anual pues son el principal aporte de agua a los bosques, a la tierra y a los acuíferos.
De faltar las lluvias de noviembre, difícilmente se podrán resarcir los ecosistemas en otros momentos del año.
Este año, a la vista de la situación en el veranillo de san Martín, los pastores no matarán su cabrito en el pirineo, se anuncia un invierno seco, al menos hasta la luna llena de la navidad. En cuanto a las temperaturas, en la luna llena del día 25 de noviembre, la conjunción de Mercurio (el dios de los vientos) con Saturno (el rey del frío) abrirá un pasillo para la invasión de aire boreal.
Adela Ferrer
Astróloga
www.adelaferrer.es